LOS FORENSES NIEGAN QUE EL PRESUNTO ASESINO DE "EL LOBO FEROZ" SUFRA ENFERMEDAD MENTAL GRAVE
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Los tres forenses psiquiatras que testificaron hoy en el juicio contra Santiago San José Pardo, presunto responsable de dos asesinatos consumados yuno frustrado de prostitutas en el mesón "El lobo feroz", de Madrid, coincidieron en señalar que el acusado no presenta ninguna alteración o deficiencia mental grave que pueda explicar su conducta delictiva.
Tanto la defensa del procesado, conducida por el letrado Manuel María Boto Escamilla, como su propio testimonio, trataron de demostrar que padecía una enajenación mental, provocada por el prolongado y abusivo consumo de alcohol, lo que acabaría con la posible responsabilidad penal.
Según las onclusiones provisionales del fiscal, San José Pardo contrató, a finales del mes de agosto de 1987, los servicios de la prostituta Luz Varela Alonso, a la que asesinó de siete cuchilladas, dos de las cuales le atravesaron el corazón. Posteriormente, enterró el cadáver en el sótano del local.
Dos meses más tarde repitió el mismo delito con otra mujer, que aún no ha podido ser identificada, y el 26 de diciembre de aquel año lo intentó con Araceli Fernández Regadea, quien logró salvar su vida gracias a l llegada de la policía.
A preguntas del Ministerio Fiscal, de la acusación ejercida por la madre de Luz Varela y de su abogado, el procesado, mostrando serias dificultades para construir frases completas, nunca negó su responsabilidad en los hechos, limitándose a afirmar que no recordaba nada de lo sucedido.
Según afirmó a los integrantes de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Madrid, desde los 17 años consumía ingentes cantidades de alcohol diariamente, lo que le había provocado frecuntes trastornos y constantes anmesias.
"AMNESIA PROCESAL"
El forense psiquiatra José García Andrade calificó este estado como "amnesia procesal", estado en el que los procesados suelen olvidar todo aquello que puede perjudicarles.
Según su examen médico, San José Pardo es un hombre de inteligencia media, aunque con una personalidad anómala, mal constituida, y afectada por una psicopatía, "trastorno que no puede ser calificado de enfermedad".
Para García Andrade, tras la conducta del acusad está "una sexualidad alterada, pobre, con escaso aprendizaje, lo que le lleva a una impotencia que, junto al alcohol, puede empujarle a manifestar comportamientos sádicos y disfrutar con la violencia".
Sin embargo, el psiquiatra no quiso conceder demasiada importancia a la influencia de la bebida en la actuación de San José Pardo, de quien afirmó que "exagera las cantidades que consume por su tendencia a la fabulación, propia de una personalidad insegura".
Sin embargo, concedió al alcohol el papl de factor denotante de alteraciones de la personalidad del acusado, llegando a manifestar a la sala que "si bebe podría volver a repetir los asesinatos".
La declaración del neurólogo Ramón Núñez concordó con esta apreciación, ya que, según explicó, el examen preliminar que realizó del implicado "no detectó la presencia de anomalías, aunque sí apreció una personalidad psicopática, alterada por el alcoholismo, que no impedía, sin embargo, su capacidad volitiva y comprensiva".
También el psiquiatr forense Mariano Ruiz Villanueva expresó su opinión de que San José Pardo "no padece retraso mental ni deterioro psíquico alguno; él dice que consume una cantidad de alcohol repetitivamente exacta, probablemente magnificada".
UN RITUAL
Antes, el responsable del departamento de Antropología Forense de la Escuela de Medicina Legal de Madrid, Julio Reverter, había tratato de demostrar a la sala que los dos cadáveres fueron asesinados por la misma persona, que empleó el brazo derecho con extraordinaria uerza, y con el mismo arma.
"Las lesiones son muy similares en ambos casos, como si fuesen una técnica muy definida; la similitud de las heridas indica que fueron aplicadas de una manera ritualizada", explicó el profesor Reverter.
Para el antropólogo, el arma homicida fue, sin duda, el cuchillo recogido en el mesón "El lobo feroz" y que el acusado creyó reconocer como propio.
Quien no dudó ante el arma fue la testigo de cargo contra el implicado, Araceli Fernández, quien también reconoció alacusado como el hombre que trató de asesinarla en la noche del 26 de diciembre de 1987 en "El lobo feroz".
El relato de aquel intento de asesinato coincidió con la hipótesis ofrecida por el profesor Reverter acerca de cómo pudo producirse la muerte de las mujeres cuyos cadáveres fueron encontrados emparedados en los sótanos del mesón.
La vista oral del proceso continuará mañana, centrada en torno a las pruebas documentales aportadas por las diversas partes y la elaboración y defensa de sus concluiones definitivas.
(SERVIMEDIA)
21 Ene 1991