Los hechos ocurrieron el 24 de septiembre de 1990 en la prisión de Alcalá-Meco, cuando los presossalían de oir misa. Según la acusación, al advertir la presencia de Antonio Embid, José Julián Sánchez fue al campo de fútbol del recinto penitenciario, donde tenía enterrada una navaja.

El acusado recogió el arma y esperó en los pasillos a su víctima, sobre la que se abalanzó propinándole 6 puñaladas que le causaron heridas mortales. Antonio Embid falleció el día 1 de octubre.

Sánchez de la Morena no reconoció estos hechos ante el tribunal y se negó a contestar a las preguntas del fiscal. Sin emargo, después de cometer el crimen reconoció ante los funcionarios de la prisión que había matado a su compañero e incluso les indicó el lugar donde volvió a enterrar la navaja, a la entrada del economato.

Asimismo, el fiscal aportó como prueba unas cartas escritas por el presidiario, en las que asumía la responsabilidad de la muerte de Embid, "porque tenía cuentas pendientes con él".

El juicio fue suspendido en cuatro ocasiones ante la incomparecencia del único testigo presencial del asesinato, n preso que ahora goza de libertad, que por fin se presentó hoy ante el tribunal para declarar que no recordaba nada de lo sucedido.

La acusación sostiene que Sánchez de la Morena incurrió en un delito de asesinato con alevosía, por lo que reclama para él 28 años de cárcel.

La defensa, por contra, solicitó una pena de 6 meses y un día de reclusión por homicidio, porque el procesado fue víctima de un trastorno mental transitorio, ya que es drogadicto desde hace varios años.

Sánchez de la Morea tiene numerosas causas pendientes y el pasado verano fue condenado por la sección 15 de la Audiencia de Madrid a 6 años de prisión como autor de un robo en un "pub" de Madrid, en el que uno de sus compinches mató a patadas a un policía que intentó evitar la acción.