El oficial administrativo encargado de obras y contrataciones de la Caja Rural de Sevilla, Angel A., de 58 años, reconoció que se autoinculpó hace dos años en el juzgado de guardia cuando temió ser descubierto en una investigación interna por haberse aproiado indebidamente de 240 millones de pesetas entre los años 1988 y 1994, cuando trabajaba en el departamento de pago a proveedores de la entidad financiera.

Angel A. afirmó que la Caja Rural conocía su problema con el juego, ya que tuvo que hipotecar su vivienda -que además le fue embargada- por culpa de la ludopatía. Según relató, estaba en tratamiento médico por depresión desde 1973 y su adicción al juego comenzó en 1978.

El inculpado jugaba tres números completos de la lotería nacional cada smana, compraba cupones, jugaba a la bono-loto, quinielas y bingo y no fue descubierto por los auditores de la sucursal financiera, que han calificado su sistema como "casi perfecto".

Según explicó a los periodistas, el empleado fotocopiaba las facturas que debía pagar la Caja y las presentaba en ventanilla para cobrarlas a cuenta de otros acreedores. Después justificaba las operaciones en apuntes informáticos en cuentas transitorias. Angel A. se autodenunció porque, según dijo, estaba arrepentido.

Por su parte, la acusación particular, representada por Caja Rural y la organización UAGA, pidieron 10 y 8 años de cárcel, respectivamente, para el acusado.