González participó en el acto con el que se inicia la conmemoración del Bicentenario de las independencias iberoamericanas, en su calidad de embajador extraordinario y plenipotenciario para esos acontecimientos.

El "punto germinal" de ese recorrido, subrayó, fue la explosión del deseo de libertad en el sentido liberal de la época frente a los poderes absolutos, y a pesar de múltiples avatares los dos lados del Atlántico compartieron la primera oleada de derechos que pretendían situar la soberanía en el pueblo y convertir a los súbditos en ciudadanos.

En contra de "tentaciones adanistas de creer que uno comienza la historia cuando llega al poder", González alertó de que la historia siempre está detrás, condiciona el presente, y si no se entiende bien impide ver el futuro.

Sobre esa premisa, sentenció que los cambios mundiales de las últimas décadas y el impacto creciente de la revolución tecnológica "nos ha cogido un poco distraídos" y por eso hay "estupor y desconcierto" al intentar desvelar las claves de la actual crisis financiera.

Tanto con las hipotecas basura como con la nueva gripe, subrayó González, se ha demostrado que "nunca más" una crisis parcial o regional dejará de ser pandemia, y remontar depende en gran parte de entender lo que ocurre y "homologar las reglas de juego".

Denunció, en ese punto, que los países, especialmente los de América Latina, sean capaces de jugar al futbol con unas mismas reglas pero no puedan intercambiar servicios o empresas, hasta el punto de que el comercio entre ellos es sólo del 7%, frente al 77% que alcanzan los intercambios entre los distintos miembros de la Unión Europea.

González alertó de que la crisis debe ser afrontada "con realismo y sinceridad", no debe ser exagerada ni ocultada, y advirtió de la necesidad de no "tocar los tambores" por los signos de esperanza.

Al hilo de esa reflexión, comentó por ejemplo que las reuniones del G-8 tienen una eficacia inversamente proporcional a su publicidad, y si anuncia que "lo peor pasó" habrá que temer que en realidad lo peor esté aún por llegar.

Aunque aún "no sabemos cómo vamos a salir de ésto", González se mostró convencido de que la realidad "será distinta", y abogó por hacer un esfuerzo común aprovechando que las raíces compartidas ofrecen percepciones próximas de esa realidad.