Los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía; el Príncipe Don Felipe; el presidente el Gobierno, José María Aznar; el ministro de Defensa, Federico Trillo; y el jefe del Estado del Mayor de la Defesa, Antonio Moreno, entraron juntos en la zona de la pista de la base de Torrejón de Ardoz en que se celebraba el funeral y lo primero que hicieron fue saludar y consolar a los familiares y amigos de los militares muertos.

Mezclados con las muestras de dolor y afecto entre autoridades y familiares, se dejaron también oir gritos de "asesinos", "sinvergüenzas" y "hijo de puta". Igualmente se oyeron frases como "a mi hijo lo han matado, tú has llevado un avión de puta madre".

El principal blanco de as increpaciones fue Federico Trillo, a quien se dirigieron gritos de "dimite" y "que se vaya de ahí por respeto a los muertos", si bien también abundaron los gritos de "viva el Rey", "viva el Ejército" y "viva España", seguidos de aplausos mayoritarios, así como de indicaciones a los más exaltados para que se callaran.

Tras unos veinte minutos de conversaciones tratando de consolar a los familiares de los fallecidos, especialmente por parte del Príncipe, la Reina y José María Aznar, las autoridades legaron a su lugar y comenzó la misa de funeral oficiada por el arzobispo castrense, monseñor Estepa.

Al acto también acudieron la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi; el presidente del Senado, Juan José Lucas; el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Francisco José Hernando; el presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga; el ministro de Interior; Angel Acebes; la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio; el alcalde saliente de Madrid, José María Alvarez delManzano; el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero; el líder de IU, Gaspar Llamazares; el portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti; y el diputado de Coalición Canaria, Luis Mardones, entre otras personalidades del mundo político.

Soportando el calor de la tarde a pleno sol, los familiares y amigos de los militares muertos dieron el último adiós a sus seres queridos. Algunos tuvieron que ser atendidos por los servicios médicos a causa de desfallecimientos provocados por el clor y la emoción del momento.

Los 62 ataudes, envueltos en banderas españolas, fueron dispuestos, a modo de formación militar, en una de las pistas de la base de Torrejón, donde también se habilitó una grada para los familiares y las autoridades.

IMPOSICION DE MEDALLAS

Los invitados y medios de comunicación comenzaron a llegar a la base de Torrejón unas horas antes del comienzo del funeral. También los tres "Hércules" del Ejército del Aire aterrizaron esta mañana con los féretros y permaneciero en la pista, justo al lado de la plaza de armas.

Pasadas las seis de la tarde llegaron los Reyes y las autoridades oficiales, y fue ése el momento en que se produjeron las recriminaciones de algunos familiares hacia el Gobierno, expresadas en términos muy duros.

Tras la homilía de monseñor Estepa, Don Juan Carlos, vestido con el uniforme de capitán general del Ejército de Tierra, procedió a imponer, una a una, las condecoraciones a título póstumo a los 62 fallecidos. El monarca depositó cada medlla sobre cada uno de los ataudes, en medio de los aplausos de los asistentes.

Después de sonar el himno nacional y la marcha fúnebre, seis aviones de la Patrulla Aguila dibujaron sobre el cielo azul los colores de la bandera española. A continuación, los féretros, cargados a hombros de los compañeros de los fallecidos en el Ejército de Tierra y del Aire, abandonaron lentamente la base, hasta los vehículos que los trasladarán a sus lugares de origen.

Finalizado el acto, las autoridades, encabezads por el Rey, volvieron a salud desde el centro de la plaza a los familiares de los militares muertos, y fueron correspondidos con aplausos por éstos.