El informe reconoce que la muerte de la niña, que padecía síndrome de Down, se debió a "un accidente anestésico, con evolución desfavorable", es decir, se le aplicó mal la anestesia, lo que le provocó la muerte por anoxia (falta de oxígeno en la sangre o en los tejidos corporales).

La autopsia revela que la muerte de Natalia Olivera sobrevino después de dos días en stado comatoso y que la condición de portadora del síndrome de Down pudo haber provocado malformaciones congénitas internas, especialmente "en vías aéreas altas y en el cerebro", según el médico forense encargado de redactar el informe.

Según fuentes de la investigación, la anestesista apuntó al juez que instruye el caso -que también tomó declaración a otros seis facultativos testigos de la muerte de la niña- la posibilidad de que la menor presentase alguna malformación.

La anestesista señaló quelos niños con síndrome de Down "tienen multitud de malformaciones, entre ellas las cardiacas, por lo que estas anomalías no pueden detectarse en el postoperatorio", aunque fuentes de la investigación señalaron que la duda acerca de la posible malformación en el corazón de Natalia Olivera puede quedar despejada tras el resultado del análisis de los tejidos, efectuado en el Instituto Nacional de Toxicología.

Natalia Olivera murió el pasado 3 de marzo en el Hospital Pío del Río Hortega de Valladolid, 48 oras después de ser intervenida de estrabismo, operación para la que había sido declarada apta tras los análisis de orina y de sangre, una exploración de tórax, un pesaje, una medición de cráneo y un electrocardiograma.