El nombramiento de Liebaers, un conocido socialista francmasón, como jefe de la Casa del Rey fue una pequeña revolución de palacio, ya que marcaba la apertura de espíritu de Balduino. Pero Liebaers nunca se llevó demasiado bien con Fabiola, a la que califica en su libro de "católica ibérica" y a la que atribuye u licenciamiento en 1981, tras cinco años de servicios.

"Llevando a Fabiola siempre del brazo -gesto que pocas parejas de su edad se atreven a hacer en Bélgica-, Balduino quería mostrar al mundo entero su cariño por ella", escribe Liebaers.

Pero el gran mariscal francmasón reprocha a la reina española su influencia carismática, en el sentido religioso del término. La proximidad de Fabiola al movimiento de renovación carismático de la Iglesia, promovido por el entonces cardenal Suenens, se dejó setir también sobre el rey, afirma su biógrafo.

La figura del rey sale engrandecida en ese libro, escrito desde una perspectiva opuesta a sus creencias. Queda patente su integridad moral, su laboriosidad, su sentido social y su austeridad. Sin embargo, en el último capítulo, Liebaers -un buen gourmet- lamenta el escaso interés del rey por la gastronomía. Se contentaba con comidas ligeras y sencillas y no tomaba vinos caros si no era necesario.

Liebaers provocó escándalo cuando en 1991, en una entreista en el diario socialista "De Morgen", expresó dudas sobre la capacidad del príncipe Felipe para heredar la Corona de España. Ahora, sin embargo, lamenta haber concedido esa entrevista.