El ministro, que acudió esta tarde a un mesa redonda sobre el trabajo en las cárceles, organizada por una parroquia madrileña, al que también fue invitada la esposa del presidente del Gobierno, Ana Botella, confió en que el texto concite el mayor acuerdo posible entre los grupos políticos.

Para ello, se mostró partidario de "respetar el buen trabajo que estoy seguro que van a desarrollar los grupos parlamentarios en este tramo final. Yo no tengo más intención que ayudar a que al final tengamos un texto riguroso, serio, que avance en el traamiento de la inmigración y que sea razonable con lo que significa España, con su presente y con su futuro".

El ministro expresó su confianza en que "seamos capaces de estar todos a la altura de las circunstancias", y sacar adelante un texto que haga de la inmigración "un elemento de avance, de progreso, de respeto en España y que no signifique un problema en lo que debe ser la normal convivencia entre españoles".