Mientras Estados Unidos y Brasil investigan la muerte de siete hombres que habían tomado la medicina en combinación con otras, el furor de Viagra continúa. Desde los barrios pobres de El Cairo hasta las lujosas mansiones de Milán, muchos hombres creen haber encontrado la solución a sus problemas de impotenci. Algunos acosan a los médicos para pedirles recetas, las compran en el mercado negro y son hasta capaces de cruzar el Atlántico para adquirirla.

Viagra, que se vende legalmente en Estados Unidos, Andorra, San Marino y otros países pequeños externos a la UE, ha extendido su fama mucho más allá de estas fronteras y se ha convertido en un mito. En México, el entusiasmo por estas pastillas es tal que, en una hora, más de 200 personas respondieron a un anuncio por Internet.

En Taiwán se pagan hasta 9000 pesetas por una pastilla en el mercado negro, mientras que en Turquía se venden hasta a 120.000 pesetas, según la prensa local.

San Marino fue uno de los primeros países en comercializar la píldora legalmente, en marzo, antes de que saliera al mercado norteamericano. El día de su legalización, la pequeña república fue invadida por miles de italianos ávidos por probar la eficacia de las pastillas.

El mercado crece tanto como las advertencias. Los ministerios de salud piden calma a sus ciudadans y precaución a los médicos, debido a los riesgos que puede entrañar.