Dos días de debate en los que se ha hablado, cómo no, de la agenda oficial: acuerdo total en torno al multilateralismo, la lucha contra el terrorismo, la democracia, la preocupación por proliferación de armas nucleares o los derechos humanos y medio ambiente. Pero nada de esto ha tenido tanto eco como la lucha soterrada por el control de la energía.

Iberoamérica, en particular Venezuela y Bolivia, se saben poseedores de una de las materia primas más estratégicas del siglo XXI y están dispuestas a usar ese ¡arma´, como bien demostraron sus dirigentes, Hugo Chávez y Evo Morales.

Morales, el jueves, fue el primero en llegar a Viena y lo hizo en medio de una inusitada expectación y con una rueda de prensa que se prolongó media hora más de lo previsto por la organización. Allí tocó todos los palos y dejó claro que él no era un "indio con plumas" como alguno le imaginaba ni venía a Europa a pedir limosna. De paso, dejó algunos recados al Gobierno español sobre sus incumplimientos en materia de condonación de los 120 millones de dólares en deuda y duplicación de la ayuda humanitaria.

Esto último creo un incidente que, a la postre puede haber contribuido a desbloquear el contencioso con Repsol por la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos. Evo Morales aseguró ayer a Zapatero que no va a imponer un acuerdo a la petrolera, tras escribirle en una carta que no había dicho lo que sí había dicho contra España ante cientos de periodistas.

Y lo que es más importante, a ojos de la diplomacia española, que no se va a mezclar el problema español con el brasileño que, por su cuantía (la ciudad de Sao Paulo depende entera del gas Boliviano mientras que para Repsol su producción boliviana representa el 10% del total), no es similar y además tiene más difícil arreglo por las acusaciones de "contrabando" de petróleo.

LOS DOS EJES POLÍTICOS

Eso por lo que respecta a lo que ha ocupado las negociaciones entre bambalinas y los titulares de los periódicos, porque la agenda oficial y la declaración final sigue hablando de buenos deesos, como el compromiso de ambas partes por "revitalizar" la ONU con su reforma.

Además, la Declaración de Viena refleja la decisión de la UE y Centroamérica de "entablar negociaciones" hacia un acuerdo de asociación, así como el compromiso de la Unión y la Comunidad Andina de abrir "durante 2006, un proceso conducente a la negociación" de este tipo de convenio.

Los titulares de Exteriores negociaron que el párrafo 8 bis condenara la extraterritorialidad de la Ley estadounidense Helms- Burton, que penaliza las inversiones en Cuba, como exigía el régimen castrista para apoyar el texto.

No hay referencia a la situación de los derechos humanos en la isla, aunque algunas fuentes aseguran que, en privado, los cancilleres europeos le han dicho a su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, que la UE está muy descontenta con la política del régimen en esta cuestión.

España estaba especialmente interesada, admiten las fuentes consultadas, en que esta cita, saliera bien y para contribuir a ello desplazó durante el último semestre a Viena al embajador José Manuel López Barrón.

En alguna medida lo ha logrado, puesto que al margen de la agenda se ha podido ver un gran debate político entre los dos grandes bloques de Iberoamérica que hay en este momento, la que pueden representar el argentino Néstor Kirchner o el brasileño Lula Da Silva, en el ala izquierdista moderada, y el mejicano Vicente Fox, en el centrismo reformista, y la que apadrinan el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales.

Los cancilleres no ocultan en privado que el ¡arma´ energético les da a los dos nuevos aliados de Fidel Castro en la zona un gran poder de convicción. Fox alertó en su discurso contra "el nuevo populismo", en clara referencia a las nacionalizaciones de Evo Morales, y el peruano Alejandro Toledo, indígena como Morales, se ha hartado de decir que "el populismo es flor de un día cuyo entierro acaban pagando los más pobres".

Un enfrentamiento que tuvo su imagen ayer mismo, cuando todos los dirigentes se iban ya y Toledo quiso tener un gesto saludando a Evo Morales. Ni corto ni perezoso este dijo minutos después que le parecía una "payasada" propia de aquellos que no entienden la lucha de los pueblos indígenas iberoamericanos. Toda una metáfora de la situación del continente.