EURODISNEY DEBE SERVIR DE LECCION PARA QUE EN TIBIGARDENS SE EVITEN LOS NEGOCIOS INMOBILIARIOS
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El fracaso que ha supuesto el funcionamiento del parque Eurodisney en París a causa de un planteamiento inicial basado en el negocio inmobiliario y la falta de un estudio adecuado sobre el perfil de sus visitantes centra el libro "La quiebra de la 'idea Disney' en París", escrito por Antoni Comas y Jordi Martí.
La proximidad del caso de Eurodisney con la construcción de Port Aventura (antes Tibigardens), que será inaugrado la próxima primavera en Vila-seca y Salou (Tarragona), hace reflexionar a los autores sobre la necesidad de que los gestores del complejo español ofrezcan buenas condiciones de trabajo a sus empleados y a los clientes "un valor superior al que se paga", como punto de partida para que el negocio salga adelante.
El resultado de la "quiebra" del parque europeo de The Walt Disney Company se ha traducido en una deuda acumulada de 500.000 millones de pesetas desde su inauguración, el día 12 de abril de1992, y la posibilidad de que sus promotores se vean obligados a cerrar el parque antes de dos años.
Para Antoni Comas, uno de los autores del libro, la inexistencia de una política de marketing y de buenos gestores son aspectos que explican los resultados negativos, aunque, a su juicio, prevalece, como causa principal de su pésima situación económica el hecho de que "quisieron hacer un negocio meramente inmobiliario, sin criterios temáticos".
Con esa intención y tras negociar con el Gobierno fracés, los directivos de Disney consiguieron más 2.000 hectáreas expropiadas a poco más de 30 kilómetros de París, y de las cuales el parque de atracciones sólo ocupa 57.
Sin embargo, los impulsores del proyecto no tuvieron en cuenta que Eurodisney había sido concebido en una época optimista para la economía y que su construcción e inauguración ya tuvo lugar en los primeros años de recesión. La crisis, según Comas, paralizó todos los proyectos inmobiliarios, entre ellos viviendas y hoteles, que debían sstentar el buen funcionamiento del parque.
Otra de las cuestiones que incluye el estudio de Eurodisney es el rechazo de los americanos para ubicar el complejo en España. Aunque la climatología mediterránea del país era un factor positivo, les venció la cifra de 40 millones de visitantes al año que podían conseguir si lo situaban en París.
No obstante, el trabajo de Comas y Martí revela que volvieron a equivocarse. "No estudiaron el perfil de la gente que va a París, y que generalmente, no es la msma que va a un parque de atracciones", añade Comas.
La hipótesis de un cierre, prácticamente aconsejada por el incremento de los saldos negativos año tras año, supondría "un impacto muy fuerte" para la multinacional.
En este sentido, los autores de "La quiebra de la 'idea Disney' en París" plantean si los rasgos europeizados del parque temático con la presencia de la lengua francesa y personajes de cuentos infantiles europeos han perjudicado a la empresa o han evitado un cierre anticipado del coplejo.
El paralelismo de este proyecto con el de Port Aventura hace reflexionar a Antoni Comas sobre la importancia que debe tener para la empresa española el trato de sus empleados, ya que la experiencia de Eurodisney es decepcionante: "A las 9 semanas de funcionamiento, de 12 contratados fijos se marcharon 1.500, y al cabo de un año se fueron otros 6.000".
Port Aventura, sin embargo, ha aprendido buena parte de la lección de su homólogo francés. La entrada será más barata (3.800 pesetas frentelas 6.000 de Eurodisney), y de momento, la parte inmobiliaria que también habían previsto sus primeros empresarios (Anheuser Busch y Grand Península) también ha quedado paralizada a la espera de que mejore la economía.
(SERVIMEDIA)
25 Oct 1994
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