Se trata de José Manuel Azcárate Ramos, condenado a 51 años de prisión por el secuestro en 1985 del empresario Juan Pedro Guzman Uribe. Este preso padece varices esofágicas, una patología "grave, crónica e irreversible" que implica "un riesgo vital cierto y real" para el reo, según consta en el auto.

Azcárate había solicitado la libertad condicional, pero el magistrado considera que aunque no cumple los requisitos que la ley exige a los condendos por terrorismo para salir de la cárcel: la desvinculación de la banda terrorista, la petición expresa de perdón a las víctimas de sus delitos y la satisfacción de responsabilidades civiles, su estado de salud permite otra salida.

No obstante, el magistrado señala en su resolución que le concede el tercer grado "atendiendo a principios básicos de humanismo en occidente que el propio delincuente obvió en el desarrollo de su actividad delictiva".

Eso sí, Azcárate deberá dar su consentimiento par llevar un dispositivo telemático con el que estará siempre localizable. El juez señala que esta solución "permite al preso vivir fuera de prisión y, a la vez, satisfacer las necesidades de seguridad y control que la sociedad demanda".

Si Azcárate no accede de modo voluntario a este control de su presencia fuera del centro penitenciario, continuará en régmien de segundo grado.