En la sentencia se considera probado que García Corporales colaborab con ETA recibiendo y escondiendo armas que luego se utilizaban en atentados de la banda terrorista.

De hecho, se ha demostrado su participación en la preparación y conservación de los zulos desmantelados por la policía, ubicados en Aracaldo (Vizcaya), en el monte Castillo de Aracaldo y en una fábrica de gaseosas abandonada en la localidad de Arracundiaga.

Además, era experto en las comunicaciones con la dirección de ETA en Francia mediante la utilización de "buzones", algunos de los cuales fuero descubiertos en citada localidad vizcaína de Arracundiaga y en un barrio de Llodio.

El condenado se encargaba de ocultar el material (fusiles de asalto, metralletas, granadas y numerosa munición y explosivos) que mantenía en perfecto estado de funcionamiento, para que fuera recogido por los activistas antes de participar en atentados.