En una sentencia hecha pública hoy los magistrados explican que tanto Harriet Iragi como Igor Solana Matarranz se encontraban en Fancia cuando decidieron volver a España para iniciar una nueva campaña terrorista.

Para llevar a cabo los atentados que ejecutaron, un miembro de ETA les facilitó dos mochilas con soportes para fabricar matrículas falsas, documentación personal falsificada para poder desplazarse sin ser descubiertos, cuatro kilos de explosivos, un juego completo para el robo de vehículos y más de un millón de pesetas.

El 16 de octubre de 2000, después de comprobar, mediante llamada telefónica, que el Doctor Muñoz Cariñanos se encontraba en su consulta, donde ejercía su actividad profesional de médico, se dirigieron a la misma (...) y, mientras Harriet Iragi se quedaba en la puerta vigilando, Igor Solana penetró en el despacho disparándole desde una distancia de un metro varios disparos que le produjeron la muerte instantánea", relatan los jueces.

Tras el atentado, ambos terroristas huyeron en coche hasta que fuerondescubiertos por la Policía. Tras un tiroteo, fue detenido Solana y poco después, esa misma noche, los agentes encontraron a Iragui, que se entregó herido en un brazo.

Para los magistrados, estos hechos son constitutivos de los siguientes delitos: pertenencia a organización terrorista, asesinato terrorista, tenencia de armas de fuego, tenencia de sustancias explosivas y de delito continuado de falsificación de documentos oficiales.