(ESTA NTICIA AMPLIA Y SUSTITUYE LA NUMERO 39 DE HOY)
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María Jesús Ojeda, empleada del taller "Viuda de Tornero", en el que en 1984 ocurrieron los hechos del denominado "caso Corroto", dijo hoy ante el tribunal que, cuando acudió a las dependencias policiales a prestar declaración, el mismo día del suceso, lleó a ver entre diez y quince mantas de joyería, por lo que pensó que los policías habían recuperado todo el botín que robaron los delincuentes.
Según su versión, las mantas estaban en uno de los departamentos de la Dirección General de Seguridad de la Policía y, aunque no las contó, cree que sobrepasaban la decena, a pesar de que los agentes sólo devolvieron cuatro al taller atracado.
Su hermano, Francisco Javier Ojeda, contradijo también la versión ofrecida por los procesados (cuatro policías acuados de matar a los delincuentes para quedarse con el botín) al asegurar que cuando salió tras los atracadores vio a una persona armada que le ordenó que volviera al interior del piso, antes de que comenzara el tiroteo.
El testigo especificó que, aunque esta persona no se identificó como policía, le dijo: "Métete dentro que ya están acorralados".
El comisario Fernández Alvarez y los inspectores Pérez Gutiérrez, Cabezas de Herrera y Martínez García negaron al comienzo de la vista que hubiera otrosagentes en el interior del edificio antes de que se encontraran con los atracadores e incluso comentaron la posibilidad de que fueran éstos los que dieron la orden al empleado.
MANTAS CON JOYAS
María Jesús Ojeda precisó en su declaración ante el tribunal que como las mantas estaban enrrolladas, no pudo comprobar si mantenían las joyas en su interior.
"Al salir, le comenté a mi padre que estuviera tranquilo, porque se había recuperado todo el género", manifestó, al tiempo que agregaba que tambié Angelines López Maderuelo, la asistenta, llegó a ver las mantas.
Francisco Ojeda, padre de los dos testigos y oficial del taller de joyería, declaró que, en principio, no se extrañó de que sólo le devolvieran cuatro mantas, puesto que en ningún momento le dijeron que fueran la totalidad del botín rescatado por los agentes.
Calculó que eran quince las que había depositadas en el mostrador del establecimiento el día del atraco y que su importe se podía tasar en unos 25 millones de pesetas, en conta del informe del perito que consta en el sumario, que valora las joyas sustraídas en un total de 7 millones de pesetas, de los que se recuperaron 4.
Estimó que el perito incluyó en el inventario de las joyas robadas exclusivamente las que guardaban las mantas y no muchas de las que estaban sueltas en el mostrador, que eran, por otra parte, las más valiosas.
Ojeda añadió que algunas de las joyas que devolvieron permanecían además en unas mantas que no les correspondían.
COMO SI LA CONOCIERAN
Según ambos testigos, el tiroteo comenzó poco después de que los atracadores salieran de las joyería. Los delincuentes, según Francisco Ojeda, "se movían por toda la casa como si la conocieran y fueron directos al despacho donde estaba el mostrador".
Francisco y María Jesús Ojeda identificaron a Feliciano Martín de Paredes y Pedro Pardo Ruiz el mismo día de los hechos, pero a José Fernández Corroto no le reconocieron hasta dos años más tarde, en una fotografía.
María Jesús Ojeda, que describió n principio al atracador que consiguió escapar como un hombre de 1,90 de estatura y pelo castaño claro (características físicas muy distintas a las de Fernández Corroto), testificó que, quizás, exageró un poco su estatura, pero que cuando vio el álbum pudo identiticar su cara sin problemas.
La testigo negó, además, que hubiera visto a Fernández Corroto con anterioridad al atraco, en contra de sus declaraciones sumariales, en las que reconoció al delincuente como "una persona que había estado en la tieda con anterioridad, como representante".
"Si lo dije entonces, sería porque me sonaría su cara ese día, pero no lo puedo precisar", justificó.
En la sesión de hoy también testificaron Fernando Jiménez Ortiz y Serafín Ubeda Amate, representantes de joyería que se encontraban también en el taller de la calle Atocha cuando ocurrieron los hechos.
Jiménez Ortiz declaró que le robaron el muestrario -valorado en 3 millones de pesetas-, que le fue devuelto en su totalidad excepto una partida tasadaen 50.000 peseteas.
El representante también identificó a Fernández Corroto fotográficamente como el tercer atracador. Aficionado a las armas, según su testimonio, fue el único de los presentes que creyó distinguir un disparo de escopeta (el arma que portaba Martín de Paredes) antes de que empezara el tiroteo.
(SERVIMEDIA)
21 Oct 1991
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