(ESTA NOTICIA AMPLIA Y SUSTITUYE A LA 48 DE HOY)

ALCALA DE HENARES
SERVIMEDIA

La poetisa cubana Dulce María Loynaz no pudo leer esta mañana su discurso de aceptación del Premio Cervantes 1992, como era su intención, dado su precario estado de salud a sus 91 años de edad, y fue Lisardo Otero, un miembro de la Academia Cubana de la Lengua, quien pronunció la alocución rdactada por ella.

Sentada apaciblemente en una silla frente a la tribuna presidida por los Reyes de España y el ministro de Cultura, la escritora escuchó con mal disimulada emoción las palabras que se fueron sucediendo. Tras las suyas en voz de Otero, hablaron Solé Tura y don Juan Carlos.

"Unir el nombre de Cervantes al mío, de la manera que sea, es algo tan grande para mí que no sabría que hacer para merecerlo, ni qué decir para expresarlo", había escrito Loynaz, quien calificó el galardón como el más alto honor a que pudiera aspirar en lo que me queda de vida.

Parafraseando al también poeta Cubano José Martí, que sentenció en cierta ocasión que "los hombres se miden por la inmensidad que se les opone", dijo que "Miguel de Cervantes tuvo genio suficiente para oponerlo ante la inmensa tarea que se propuso, dar fin a ella y conocerle por ella las generaciones posteriores".

"Acepto conmovida este premio que se me concede en la ciudad donde naciera el gran escritor, y en el paraninfo de la niversidad de Alcalá de Henares, honor tanto más grato por cuanto lo recibo de manos del Rey Juan Carlos I" señalaba el discurso.

A continuación, refirió una anécdota de su padre, el general Enrique Loynaz del Castillo, quien hallándose perdido con sus hombres en plena selva tropical, durante la campaña de 1895, encontraron en las páginas de "Don Quijote de la Mancha" motivo para la risa, que les hizo sobrellevar mejor su situación.

"Las condiciones no podían ser más adversas y sin embargo mi pade ríe tan espontáneamente que su risa es contagiada a sus compañeros. ¿Quién hizo el milagro? Un hombre que vivió hace 400 años y lo suscitó con palabras escritas en un papel", narró la poetisa.

Concluyó el discurso de Dulce María Loynaz con unos versos del poeta cubano Enrique Hernández Miyares dedicados al caballero de la triste figura: "No temas la esquivez / de la fortuna / si el caballero de la / blanca luna / medir sus armas / con las tuyas osa / y te derriba por / contraria suerte / de Dulcineaen ansias / de la muerte / dí que siempre será / la más fermosa".

"OJITOS DE MARIPOSA"

Por su parte, el ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, recordó los versos que escribiera sobre Dulce María Loynaz el poeta Juan Ramón Jiménez la primera vez que la visitó en La Habana: "jentil marfilería cortada en lijera forma femenina entre gótica y sobrerrealista, con lentes de oro de cadenilla a la oreja, ojitos de mariposa detrás y, en la sonrida, un diente gris como una perla".

También dijo de ella que s "una poetisa apartada y única, que vive ensimismada en el claustro íntimo desde el que visiona y transcribe la belleza soñada o entrevista, las existencias furtivas de seres marginales, el simbolismo de los paisajes o de pequeños objetos y situaciones".

Y concluyó que "hay que considerar que el Premio Cervantes de este año ha sabido reconocer a una inteligente académica y a una de las más valiosas voces de la poesía femenina hispanoamericana (...) Por la luna enterrada, por la rosa vieja, por los pomas náufragos venturosamente salvados de las tormentas del largo viaje, señora Dulce María Loynaz, le damos las gracias".

"VERSOS LUMINOSOS Y TREMULOS"

El rey resaltó el hecho de que el Premio Cervantes recaiga por segunda vez en un autor cubano, después de que lo recibiera Alejo Carpentier en 1977 y señaló que Loynaz "ha sabido transmitir en versos luminosos y trémulos el contrapunto poético de un delicado universo interior".

También destacó que la poetisa, siempre vinculada a la vida culturalde su país, ha sido, hasta ahora, presidenta de la Academia Cubana de la Lengua, cuyas sesiones se han celebrado durante mucho tiempo en su vieja residencia familiar de El Vedado.

"Fue en España donde publicó por primera vez algunos de sus más bellos libros", señaló don Juan Carlos, "y nuestro país ha sido siempre una referencia evidente en su obra, en sus afectos y en sus recuerdos".

"El Premio nunca puede saldar la deuda, pero sirve como recordatorio de que el mejor homenaje que se le puede renir a un escritor es conocer su obra, familiarizarse con sus libros, establecer con ellos el diálogo enriquecedor y eterno en el que se basa buena parte de la riqueza de los pueblos cultos", concluyó el monarca.

(SERVIMEDIA)
23 Abr 1993
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