Aunque en un primer momento se creyó que el asesinato estuvo precedido por una perseución entre los agresores y las víctimas, esta hipótesis parece descartada, debido a la ausencia de huellas bruscas en la calzada.

Todo apunta a que el doble crimen fue realizado por unos profesionales, ya que se tiene la creencia que todos los movimientos de las víctimas fueron controlados con anterioridad al tiroteo.

Ambos cadáveres presentan un sólo orificio de bala en la cabeza, que según los primeros datos de la autopsia, fueron disparados a bocajarro con revólveres.

Según los primeros atos de la investigación, los dos asesinados se trasladaron por causas desconocidas hasta el paraje conocido como Valle del Sol, en la lujosa urbanización de Guadalmina, aunque no se ha podido determinar si solos o acompañados por sus agresores.

Una vez estacionado el coche en el paraje, las víctimas tomaron direcciones distintas, al parecer corriendo, como si huyeran de sus verdugos, hecho éste que se podría constatar al encontrarse el vehículo de la víctima con el motor en marcha.

Juan José Romro, de 49 años, era un conocido constructor marbellí, que anteriormente se dedicó al negocio de la hostelería y gestión de campos de golf. El ahora difunto simultaneaba sus negocios con la representación consular de Senegal en la provincia de Málaga.

El constructor estaba casado con la baronesa belga Antonella Kamps, cuyo primer marido también murió asesinado en Bélgica en el transcurso de un extraño tiroteo.

Esta pareja, que fue unida en matrimonio en Gibraltar por el ex primer ministro Sir Josuh Hassan, era de las más famosas de la "jet set" marbellí, sobre todo por las fiestas veraniegas que organizaban en su villa del hotel Marbella Club.

Por su parte, Ernesto Sánchez, de 29 años, regentaba una empresa en el municipio costero de Estepona, sin que de él se tenga conocimiento de su implicación en asuntos turbios.

El Juzgado número 6 de Marbella, que se ha hecho cargo del caso, ha ordenado investigar si en el interior del vehículo que conducía Juan José Romero, un BMW de color azul, exiten huellas de violencia, ya que no se descarta que los asesinos hubieran compartido el trayecto con los finados.