Nuestro país desmanteló la flota ballenera hace siete años, cuando comenzó la moratoria para la caza de estos mamíferos, que todavía se mantiene en la actualidad.

Japón, Noruega e Islandia solicitarán al resto de los estados miembros de la CBI que permitan cazar más de 400 ballenas durante la próxima temporada de caza.

La Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Adena), sección española del Fondo Mudial para la Naturaleza (WWF), ha calificado de vergonzosa la propuesta de los países balleneros, por considerar que "pretenden matar 400 ballenas utilizando el argumento de la llamada caza científica".

Para que prospere esta iniciativa debe ser respaldada por tres cuartas partes de los 37 países que integran la comisión. En caso contrario, los proponentes podrían amenazar con abandonar este organismo.

Por el contrario, Francia ha solicitado la creación de un santuario para ballenas en el océano ntártico, para preservar la supervivencia de las poblaciones que habitan en esta zona del planeta.

SANTUARIO DE BALLENAS

La organización ecologista Greenpeace ha pedido a la Administración española que secunde la sugerencia francesa, por considerar que "no es posible proteger la Antártida sin otorgar esta protección a las aguas circundantes de este continente y a las especies que en ellas habitan".

Según Ricardo Aguilar, portavoz de Greenpeace, "el Gobierno español debe defender la moratoria siquiere ser consecuente con lo que firmó en Río de Janeiro".

Rafael Conde, director de Recursos Pesqueros y jefe de la delegación española, ha explicado a esta agencia que la petición del Gobierno galo "es muy interesante, pero pensamos que es fundamental tener un asesoramiento válido científico antes de adoptar una decisión".

A su juicio, es necesario realizar un estudio detallado de las poblaciones de ballenas y comprobar los resultados y efectos que sobre las mismas ha tenido la moratoria.

En la actualidad, las poblaciones de rorcual aliblanco, también conocido como ballena minke, del oceáno Antártico son las únicas que aún mantienen poblaciones sanas, según datos de Greenpeace.

Las organizaciones no gubernamentales creen que si los estados balleneros logran imponer sus tesis la supervivencia de estos ejemplares peligraría.