El mayor volumen de importaciones de crudo en 1991, de acuerdo con las estimaciones oficiales, se mantendrá al alza en 1992, debido a la escasez de lluvias, que obliga a sustituir por carbón, fuel o gas, el agua necesario para producir electricidad, lo que ya ha ocasionado un sobrecoste al sector de uno 60.000 millones de pesetas.

No obstante, la necesidad de incrementar el consumo de petróleo se vió compensada en 1991 por un precio medio del barril de crudo importado casi un 7 por cien más barato que un año atrás, lo que equivale al nivel de precios que había en los mercados antes de la crisis del Golfo Pérsico.

Las estadísticas del propio ministerio de Economía indican que en 1991 España compró petróleo en el exterior a un precio medio de 13.921 pesetas por tonelada, con un ahorro de 39.973,4millones de pesetas en la balanza comercial española de productos energéticos.

Esa circunstancia es la que motiva las principales críticas de la patronal de empresas gasolineras, consultadas por esta agencia, que acusan al Gobierno de haber modificado el sistema de precios de los carburantes con la excusa de evitar los riesgos de crisis políticas como la del Golfo, pero sin otra justificación aparente que la recaudatoria.

Sólo este factor, según los gasolineros, justifica que Hacienda ingresara e 1991 por impuestos sobre los carburantes 1,073 billones de pesetas, un 50 por cien más que el coste del crudo traido a España para procesarlo y elaborar los combustibles.

El pasado ejercicio, el Fisco ingresó un 32,5 por cien más que en 1990 por la aplicación de estos impuestos, como consecuencia de una recaudación de 950.970 millones de pesetas procedentes del Impuesto Especial de Carburantes y 111.897 millones del IVA.

Los 11.000 millones de pesetas restantes son la renta aportada por el antigo monopolio de Campsa al Estado hasta junio, mes en el que quedó suprimido este sistema y se modificó el cálculo de precios de venta al público.