El doctor Evans-Appiah no creyó a la parturienta Hazel Woolger cuando le dijo que la anestesia no le había hecho efecto alguno. El anestesista dio instrucciones al cirujano para que operara y todo lo que sucedió después lo describió la mismapaciente como "Pesadilla en Elm Street" (una conocida película de terror). El médico no quiso que Woolger tomara analgésicos.

Además, cuando el doloroso parto terminó el anestesista decidió administrar anestesia general a la paciente. En ese momento, una de las piezas de los tubos de anestesia se cayó al suelo y el médico, ni corto ni perezoso, la cogió del suelo (rechazó el aparato esterilizado que una enfermera le ofrecía) y lo sujetó con la boca, para luego aplicarlo en la garganta de la paciente. Este suceso ocurrió tres semanas después de que el mismo médico administrara anestesia general a un niño de diez años, Darren Denholm, que murió de un ataque cardíaco en la silla del dentista. El doctor Appiah, de 58 años, se enfrenta a 18 cargos de mala práctica profesional relativos a ambos incidentes.