La ansiedad es un síntoma frecuente en el anciano y en aquellos pacientes que padecen la enfermedad de Alzheimer. Hasta la fecha ha merecido poca atención y en algunos estudios epidemiológicos en poblaciones clínicas, el número de trastornos de ansiedad en los acianos parece más bajo que el que aparece en poblaciones no seniles.

Sin embargo, es probable que esta fecuencia sea aún mayor y que estos trastornos no sean identificados por presentarse en forma de somatizaciones. Erróneamente hay quien considera que la ansiedad en un componente natural de la vejez.

Según el experto, "las personas mayores tienen que enfrentarse con la idea de la muerte y pueden hacerlo con un sentimiento de desesperación y ansiedad".

Diversos factores relacionados con el envejecimiento, como el aislamiento social, el descenso de la autonomía, las dificultades económicas, el declie en el estado de salud por la proximidad de la muerte, hacen prever un incremento en los trastornos de ansiedad en estos pacientes.

En los países occidentales, la esperanza de vida es cada vez mayor y ello conlleva que la población anciana esté creciendo de forma considerable. Dado que los recursos sanitarios son limitados, es necesario tener una información precisa sobre los distintos trastornos, entre ellos los psiquiátricos, que presenta este grupo poblacional.

Es importante tener en cuenta l presencia de los trastornos de ansiedad en el paciente anciano, ya que disminuyen de forma notable su calidad de vida, empeora sus rendimientos, agrava los cuadros depresivos e incrementa el riesgo de suicido y el uso desproporcionado de los servicios médicos.

El tratamiento de los trastornos de ansiedad en el anciano exige una valoración integral que considere los aspectos físico, intelectual, ambiental y social del paciente.