Mientras que ciertos foos, como el Circulo de Economía, se han pronunciado abiertamente por la solución pragmática de que los nacionalistas asuman la responsabilidad de entrar en el próximo ejecutivo, otros foros, como PIMEC, patronal de la pequeña y mediana empresa catalanas, no ocultan sus preferencias por una solución pragmática.

Las dudas de Pujol se asientan tanto en el temor de no poder salir victoriosos de los díficiles retos de gobierno, especialmente enmendar el actual curso de la economía, como en la refundación ieológica de CiU que supondría un pacto.

El presidente de la Generalitat ha fundado su discurso nacionalista en el conflicto de intereses con el gobierno central, por lo que un pacto con el PSOE le obligaría a utilizar tonos de corresponsabilidad política con Madrid en los mensajes que utilice en las nuevas citas electorales.

La presión empresarial a Pujol responde a la tradición histórica de una burguesía industrial que nunca ha renunciado a atar los cabos de sus intereses económicos en Madrid. Durante la pasada legislatura, el secretario general de CDC, Miquel Roca, ejerció en el Congreso de auténtico representante de la empresa, como quedó evidenciado en el protagonismo del Grupo Parlamentario Catalán en la reforma fiscal o en propuestas como la actualización de balances de las empresas.