ELIPE GONZALEZ ASEGURA QUE LE ABRASA EL TRABAJO DE PRESIDENTE DEL GOBIERNO

MADRID
SERVIMEDIA

Felipe González asegura que le abrasa el trabajo de presidente del Gobierno, en el sentido de que le afectan los asuntos de Estado, en una entrevista concedida a Rosa Montero que publica este fin de semana el suplemento dominical del diario "El País".

A lo largo de siete páginas, que resumen cuatro horas y media de conversación, el máximo mandatario español explica que carece de la profesionaldad suficiente para afrontar la política con un cierto distanciamiento y "sobrevivir con calma".

González afirma sentirse en La Moncloa "como un jefe de tribu sin territorio, aunque (la gente) sigue teniendo la percepción de que el Gobierno, y dentro del Gobierno el presidente, tiene la responsabilidad de absolutamente todo".

"Lo que me gustaría", agrega, "es que el hecho de que uno asuma la responsabilidad de hacer algo durante un período no signifique una profesionalización en el sentido de etenizarse; o sea, que me tenga que jubilar en la pelea".

Recuerda que en cierta ocasión el periodista Emilio Romero le dijo que le falta el instinto homicida de los toreros cuando entran a matar, necesario para ocupar un cargo en política con cierta profesionalidad, aunque él no considera que un modo sea mejor que el otro.

CANSADO PERO ENTUSIASTA

González señala que se han interpretado mal sus declaraciones sobre un cierto cansancio como cabeza visible del Gobierno, en las que muchos han visto inenciones de abandonar el cargo.

En realidad se trata, según él, del peso de haber asumido la presidencia a una edad más temprana de lo habitual para este puesto, aunque asegura que estos diez años le han proporcionado más oficio y que el trabajo le parece "verdaderamente apasionante".

"Desde el punto de vista intelectual, es apasionante vivir tan de cerca la realidad que nos ha tocado vivir, y en conexión con la gente que tiene una alta responsabilidad", asegura González al referirse a sus contacos con Gorbachov, Bush o el rey Juan Carlos.

Declara que aún no se ha acostumbrado a admitir la enemistad de la gente, porque siempre ha intentado no hacer daño a nadie, aunque reconoce que el hecho de tomar decisiones políticas, que no pueden estar a gusto de todos, y ocupar el cargo que otros quisieran para sí, le puede granjear algunos odios.

De sus diez años de mandato, destaca el hecho de que en 1982 sólo un 23 por ciento de los españoles se considerasen clase media y que ahora sea un 54 porciento de la sociedad el que se autocalifica así, lo cual significa, más allá del nivel de vida, un cambio de actitudes individuales y colectivas.

PERDIDA DE ETICA

En cuanto a la supuesta pérdida de valores éticos por parte de la clase política, González opina que la sombra de la duda ha salpicado a todos los miembros del Gobierno, pero asegura que "nadie ha tenido ni tiene ninguna pasión por enriquecerse. Hicimos cierto esfuerzo de austeridad que tampoco tiene mucho mérito, porque vivíamos mejor qu la mayoría de los españoles".

Respecto a la impresión generalizada de que ahora hay más corrupción y que el Gobierno se ocupa más de medidas que perjudican al ciudadano medio que de arremeter contra los responsables de los grandes fraudes, el presidente asegura que el problema es que "ahora se conocen más esos fraudes porque a los que meten la mano se les pilla; antes no pasaba nada, y ahora pasa".

Más adelante, al referirse directamente al "caso Ibercorp", afirma que lo que se le podría reprochr al gobernador del Banco de España es que pierda tanto dinero si tiene toda la información necesaria para aprovecharse mejor de ello.

POLITICA EXTERIOR

Sobre política exterior, valora positivamente haber conseguido que los españoles estén ahora bien considerados en el resto de Europa y lamenta que no ocurra lo mismo con los norteafricanos.

"Esos emigrantes seguirán tratando de pasar una y otra vez las fronteras, a menos que seamos capaces de ser generosos con el desarrollo de esos países. Y po eso tengo el empeño de negociar un tratado de cooperación con Marruecos y Argelia".

Para Felipe González, la única forma de salir adelante es ser como el resto de Europa, y en cuestión de productividad aún hay que mejorar mucho. "Ya está bien de la tortura histórica de que España es diferente. Este país no puede perder el tren del 97, porque si lo perdemos no lo enganchamos otra vez".

Concluye la entrevista con un rechazo absoluto del presidente al afán de posteridad, a ver su nombre inscrito enplacas de mármol. "El problema es seguir vivo y con las orejas tiesas para que te entre aunque sea el mensaje más insignificante... Yo, desde luego, todavía me siento vivo y además, con unas enormes ganas de vivir".

(SERVIMEDIA)
27 Jun 1992
J