El ejercicio se realizó la semana pasada y permitió a las unidades participantes adiestrarse en el planeamiento y ejecución de diversas misiones, como reabastecimiento en vuelo, operaciones en aéreas especiales y aerotransporte.

La actividad también contó con acciones de inserción de equipos de operaciones especiales con descenso rápido mediante soga, así como lanzamientos paracaidistas con empleo de oxígeno.

El Ejército del Aire y del Espacio destacó que, durante la ejecución de las maniobras, se puso a prueba la capacidad para planear y ejecutar, en un tiempo reducido, una misión de recuperación de un piloto, bajo el supuesto de que había sido el único superviviente de una aeronave de transporte accidentada en una zona fuera del control de las fuerzas propias.

En esta operación participaron medios de caza de fuerzas propias y de fuerzas hostiles, dos helicópteros NH90, una aeronave C295 y un equipo de operaciones especiales del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (Ezapac) apoyado por el vehículo aéreo no tripulado MQ9 Predator B.

En el marco del ejercicio también se llevó a cabo la operación Eagle Eye 23-02 con la participación de seis cazas Eurofighter del Ala 11 que operaron desde la base de Zaragoza, la fragata F-104 Méndez Núñez de la Armada y una unidad de defensa antiaérea del Ejército de Tierra, estas dos últimas desplegadas en Castellón.

El Ejército del Aire y del Espacio señaló que este ejercicio, planeado y dirigido por el Mando Aéreo de Combate (Macom), destacó “por su gran complejidad” y puso a prueba “la capacidad del Ejército del Aire y del Espacio para llevar a cabo múltiples misiones de forma simultánea en un entorno de alta intensidad”. Además recordó que, aunque la fase Livex ya ha finalizado, todavía queda una fase de análisis para concluir en un informe final.