Los códices originales del "Beato de Liébana" y "Codex Aureus" datan de los años 950 y 1035, respectivamente, y se encuentran en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial desde su fundación por Felipe II. Por su parte, el "Libro de Horas de Isabel la Católica" forma parte de los fondos de la biblioteca del Palacio Real de Madrid y está considerado una de las joyas de la bibliografía universal.

El acto de presentación, que tuvo lugr a última hora de la tarde de ayer, estuvo presidido por la ministra de Cultura, Carmen Alborch, que explicó que el objetivo que se persigue con la edición de los facsímiles es mostrar a los ciudadanos obras de arte que hasta ahora estaban inéditas para la mayoría de las personas.

La ministra explicó que los facsímiles, realizados en colaboración con la editorial Testimonio, son reproducciones idénticas de las obras originales, "auténticas creaciones artísticas" cargadas de historia en cada una de su páginas.

Esta opinión fue respaldada por José Manuel Ruiz Asensio, catedrático de Paleografía y Diplomática de la Universidad de Valladolid, quien indicó que los facsímiles se han realizados con técnicas muy avanzadas, hasta el punto de que pueden considerarse "perfectas falsificaciones".

Miniaturas, evangelios, alegorías y relatos medievales harán las delicias de los más eruditos en la materia, que podrán experimentar la sensación, según este experto, de que tienen en sus manos los pergaminos vrdaderos de las obras originales.

HISTORIOGRAFIA

La historia atribuye a los miniaturistas Florencio y Sancho la creación del "Beato de Liébana", considerado uno de los máximos exponentes de la iconografía mozárabe, un arte abosolutamente original en España y que tuvo una gran influencia en toda Europa.

El "Codex Aureus" recoge los cuatro evangelios que hicieron los apóstoles Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La obra se realizó bajo el mandato del emperador Conrado II, aunque fue encargada por Enriqu III.

El "Libro de Horas de Isabel la Católica" se realizó para Juana Enríquez, esposa de Juan II de Aragón y madre de Fernando el Católico. De éste pasaría sucesivamente a su esposa, la reina Isabel, a su hija Juana la Loca y de ella a su nieto Carlos V. La tradición atribuye la posesión original del libro a estas tres reinas. No obstante, el relieve histórico de la reina Isabel acabó por dar nombre al manuscrito.