Este embalse se situaría en las proximidades de Badajoz y Olivenza, en la frontera hispano-lusa, y tendría una capacidad superior a los 4.000 hectómetros cúbicos, inundando 25.000 hectáreas, de las cuales 3.500 se encuentran en territorio español.

Según la Coda, el embalse produciría un grave impacto medioambiental, puesto que destuiría miles de hectáreas de matorral mediterráneo, así como amplias extensiones de bosque de ribera. Asimismo, afectaría a numerosas especies de aves en peligro de extinción, anegando sus nidos, como es el caso de la cigüeña negra, e inundaría numerosas explotaciones agrícolas, diversas viviendas y yacimientos arqueológicos.

El objetivo del Gobierno portugués es que el pantano abastezca a 100.000 hectáreas de regadío de nueva creación. Sin embargo, los ecologistas consideran que este fin es completamete inviable, dada la nueva política agraria comunitaria y los acuerdos del GATT.

Por estos motivos, la Coda asegura que el embalse proyectado está sobredimensionado y mantiene que "resulta absurdo construir un embalse de más de 4.000 hectómetros cúbicos en un río de escasos aportes como es el Guadiana".

Muy próximo a esta zona se encuentra el embalse de la Serena, sobre el río Zujar, construido hace diez años y que en níngún momento ha logrado alcanzar el veinte por ciento de su capacidad, según os datos de la coordinadora de organizaciones ecologistas.

Para estas asociaciones, aun en el supuesto de que se aprobaran los trasvases de la cuenca del Duero al Tajo y de ésta al Guadiana previstos en el Plan Hidrológico Nacional, los déficits existentes en la actualidad en la cabecera del Tajo, en el Segura y en la cuenca alta del Guadiana absorberían todos los recursos procedentes de los nuevo trasvases y no llegarían al embalse de Alqueva.

Por ello, la Coda también ha solicitado al Gobierno spañol que interceda ante las autoridades portuguesas para que descarten el proyecto.