El suceso ocurrió cuando tres jóvenes veinteañeros regresaban a sus casas y uno de ellos propinó una patada a un coche. Acto seguido, los escoltas del príncipe Felipe se bajaron de un vehículo próximo y uno de los agentes efectuó un disparo contra el suelo. El proyectil se partió y de rebote alcanzó a dos de los jóvenes, a los que hirió levemente.

De acuerdo por la versión facilitada por los jóvenes, los dos guardias civiles que se apearon del coche y otro ue llegó en moto, todos ellos vestidos de paisano y sin mostrar placas de identificación, "nos empezaron a apuntar y nos preguntaron que por qué habíamos dado una patada al coche".

"Yo creo que estaban bebidos o drogados... por la forma de actuar. Además, cuando a mí me pusieron la pistola enfrente se les veía una cara de loco. Llevaban las pistolas en la mano como en el oeste... iba muy rara esa gente ese día", declaró uno de los jóvenes.

Agregaron que "cuando estábamos contra la pared dispararo contra el suelo y (los trozos de la bala) rebotaron, y a mí me dió en un brazo y en el cuello, y a mi amigo le dió en la cara". Ambos fueron atendidos de lesiones leves en la casa de socorro, tras lo cual presentaron una denuncia.

Por su parte, la Casa Real desmintió la versión aportada por los denunciantes, al apuntar que los escoltas intervinieron al observar la conducta sospechosa de los jóvenes cuando intentaban abrir violentamente un vehículo.

Zarzuela insistió en que los jóvenes mantuviero una actitud hostil, intentando darse a la fuga y amenazando con exhibir un arma blanca. Añade que el diaparo fue fortuito y se produjo cuando el agente intentaba enfundar su arma.

La Casa Real apuntó que los agentes, que no han sido suspendidos de servicio, actuaron según creyeron oportuno, teniendo en cuenta el servicio que prestaban al príncipe de Asturias, quien se encontraba en esos momentos en un local próximo.