Ls hechos se produjeron en diciembre de 1996, en el Hospital General de Valencia, cuando la doctora tuvo que dar asistencia neurológica a una paciente embarazada que estaba ingresada en la sección de ginecología.

Dado que ambas tienen familia en Villarca (Cuenca), la paciente reconoció a la doctora, quien en el historial clínico de la mujer observó que había tenido "dos interrupciones legales del embarazo", detalle que la médico comentó a su madre, quien a su vez, "a la primera ocasión, en el pueblo", e lo comentó a una hermana de la gestante.

Cuando se produjeron los hechos, la doctora trabajaba en el Hospital General de Valencia desde 1992, ejerciendo la especialidad de neurología.

La doctora fue absuelta por la Audiencia Provincial de Valencia de un delito de revelación de secreto, al considerar que no se trataba "más que de simples cotilleos propios de los que en la actualidad se denomina prensa amarilla o del corazón".

Sin embargo, el Supremo estima que tal afirmación "frivoliza" loshechos, y que la divulgación de los dos abortos que había tenido su paciente lesionó el derecho que ésta tiene a la intimidad.

El Supremo recuerda que, según la Ley General de Sanidad, deben "quedar plenamente garantizados el derecho del enfermo a su intimidad personal y familiar y el deber de guardar el secreto por quien, en virtud de sus competencias, tenga acceso a la historia clínica" de un paciente, como ocurrió en este caso.