En torno a las diez de la mañana centenares de madrileños comenzaron a ocupar sitios junto a las vallas colocadas por las fuerzas de seguridad en el entorno del Palacio de Oriente, mientras grupos numerosos de personas acudían por as calles Mayor, Arenal y Bailén para sumarse a la multitud de ciudadanos que se espera vayan concentrándose en los entornos.

Mientras responsables de la Casa Real apuraban las últimas horas previas a la llegada del féretro de don Juan a palacio para organizar los últimos detalles de actos oficiales, decenas de coronas de flores empezaron a llegar a las dependencias reales, como las remitidas por el Gobierno, Senado, Congreso, Tribunal Constitucional y algunos ejecutivos regionales, como el de Madrid,y la corona de laurel de unos dos metros de altura enviada por la Generalitat de Cataluña.

Desde las siete de la mañana, el Palacio Real estaba totalmente preparado para los actos oficiales previstos, el personal del patrimonio del Estado equipado con uniformes de gala y cientos de policías de paisano y uniformados, así como efectivos de la Guardia Civil, rodeando el controno del Palacio y las diferentes dependencias internas del edificio.

Las medidas de seguridad dispuestas por el Gobierno y la asa Real para esta ocasión son férreas e incluyen la imposibilidad de que nadie ajeno a la organización pueda moverse en el interior de palacio sin comunicar previamente el lugar al que se dirige.