El edificio tenía 3 plantas, ocupaba una superficie aproximada de 1.500 metros cuadrados y aunque ue construido hace 17 años para convertirlo en residencia de suboficiales nunca fue utilizado.

Durante los últimos años la casa presentaba un evidente estado de abandono, a pesar de estar enclavada en un entorno de gran valor ecológico, en las inmediaciones del Parque Natural de Peñalara y al pie de este pico, el más alto de la sierra de Guadarrama.

Su construcción provocó las protestas de ecologistas y naturalistas, que denunciaron el importante impacto ambiental que ocasionaba la edificación. Finalmente, el Ministerio de Defensa ha decidido asumir la petición de la AMA madrileña y las organizaciones conservacionistas y ha autorizado la demolición del edificio, al que nunca llegó a convertir en residencia para militares.

Para ejecutar la demolición, que se ha realizado utilizando el sistema de "voladura controlada", los técnicos han utilizado más de 200 detonadores y unos 15 kilos de explosivos, según datos de la Agencia de Medio Ambiente.

Tras la desaparición del edificio, las autoidades regionales tienen previsto iniciar los trabajos de recuperación eliminando los residuos no integrables en el suelo y realizando la restitución topográfica del terreno para integrarlo en su entorno natural.