La alta tecnología da verdaderos quebraderos de cabeza a Joan Stock, una británica de 79 años, quien asegura padecer auténtica "alergia" a todo dispositivo que contenga microchips. Esta situación aleja a la pensionista de todo atículo o equipo electrónico para poder evitar las fuertes cefaleas que la llegan a hacer perder incluso la vista.

Su alergia extrema hace que el matrimonio Stock haya tenido que recluirse en su casa rural cercana a Bristol, un hogar equipado con aparatos estilo años 70, ya que todo aquello que represente el progreso limita el bienestar de la anciana, quien ni siquiera puede viajar en medios de transporte modernos para abandonar su reclusión.

Los médicos que llevan su caso creen que se trata de un reacción muy poco común a las radiaciones electromagnéticas generadas por los microchips. Las señales de las pulsaciones eléctricas afectarían a las terminaciones nerviosas del cerebro de la mujer, según el diagnóstico.