La víctima es un anciano de 84 años que vivía en esta localidad y cuyo cuerpo sin vida apareció en la vivienda, amordazado y atado de pies y manos.

Víctor Laureano Garrido Rodríguez se hallaba en su domicilio de la calle Berenisa, número 30, en Aravaca, y fue encontrado atado de pies y manos, y amordazado con cinta de embalar. Había sufrido golpes y contusiones, pero en la primera inspección no se pudo determinar la causa de la muerte, que pudo deberse a un infarto ante la situación que sufrió.

Las investigaciones de la policía pusieron de manifiesto que el fallecido estaba considerado por las personas de su entorno como un hombre muy caritativo, que ayudaba e incluso daba alojamiento en su casa a personas necesitadas. Los agentes también averiguaron que en los últimos tiempos había trabajado como asistenta en el domicilio una mujer peruana, que algunas veces dormía allí.

Los policías tuvieron muchas dificultades para averiguar la identidad y domicilio de esta mujer, que vivía en Vallecas con otras dos compañeras de su misma nacionalidad. Las tres mujeres (Corina G.Z., de 36 años; Ana Isabel L.P., de 41, y Sofía D.Q., de 21) reconocieron en su declaración haber participado en los hechos que se investigaban.

Además, la policía detuvo como presunto autor material de los golpes a Carlos Eugenio Z.C., peruano de 37 años. Según consta en las diligencias instruidas por la policía, el móvil del homicidio fue el robo.

Según la Jefatura, Corina G. cobraba 50 euros por su trabajo en casa de la víctima, que siempre le daba billetes muy nuevos, lo que le hizo pensar que tenía dinero en casa y buscar cómplices para robarle. Acudió a la casa con sus dos compañeras de piso y facilitó la entrada a Carlos Eugenio, que fue quien maniató y amordazó al anciano y le golpeó, causándole incluso fractura de nariz.

Las mujeres fueron detenidas el pasado lunes, día 28, e ingresaron en prisión por orden judicial, mientras que el varón fue arrestado el pasado viernes, y pasó ayer, domingo, a disposición judicial. Corina y Ana Isabelcarecían de permiso de trabajo y residencia, y ninguno de los detenidos tenía antecedentes policiales.