Los robos eran dirigidos por dos búlgaros domiciliados en Madrid con nombres falsos, ya que habían sido expulsados de España y tenían prohibida la entrada al país. La policía detuvo también a otros seis búlgaros y un grupo de apoyo integrado por cuatro españoles y un ruso.

La banda robaba vehículos en Madrid, Algeciras, Ceuta y Melilla, ademá de en paises extranjeros como Austria, Alemania e Italia, y luego los vendía a un precio muy inferior al de mercado (unas 500.000 pesetas) en Bulgaria, Marruecos y otros paises del norte de Africa.

La banda robó en los tres últimos meses unos cuatro vehículos a la semana, principalmente todoterrenos y furgonetas monovolumen de importantes marcas, para los que adquiría documentación falsificada y placas de matrícula manipuladas en establecimientos legalmente autorizados.

La red de tráfico ilegal e coches se servía de personas ajenas a la organización, a las que captaba para efectuar el traslado de los vehículos a Bulgaria o Marruecos por una cantidad próxima a las 50.000 pesetas.

Las investigaciones policiales determinaron que los delincuentes utilizaban tarjetas de crédito robadas y falsificadas, con las que alquilaban vehículos de gran cilindrada y adquirían otros artículos en distintos locales comerciales de España.