El número de muertes y desapariciones experimentó un importante descenso con respecto a 1991 (153.520 víctimas)y 1990 (48.572), años en los que se registraron 99 y 114 desastres naturales, respectivamente.

Este informe realizado en España, que incluye un análisis comparativo respecto a años anteriores, es la única estadística mundial que existe sobre este tipo de fenómenos de la naturaleza y se centra en aquellos sucesos en los que hubo diez o más víctimas.

La mayor parte de las muertes y desapariciones se produjeron en el continente asiático (10.434), en América hubo 1.266, en Africa 699 y en Europa 621. Las inundaciones se convirtieron en el desastre natural más dañino, ya que ocasionaron 5.387 víctimas, seguidas de los terremotos (3.598), los movimientos del terreno (1.716), los fenómenos meteorológicos violentos, como huracanes, tifones y tornados (1.238), accidentes en mar y aire por condiciones climatológicas adversas (623), olas de frío (300) y actividad volcánica (60).

La práctica totalidad de las víctimas que ocasionaron las inundaciones, el 95,3 por ciento, se produjeron en países asiátios.

INCIDENCIA POR CONTINENTES

En Africa tuvieron especial incidencia los terremotos (15,5 por ciento de las víctimas registradas por este tipo de desastres se localizaron en ese continente) y en América los movimientos del terreno (32,9 por ciento).

Por su parte, Europa destacó en el número de muertes por accidentes aéreos o marítimos motivados por condiciones meteorológicas adversas (36 por ciento del total), aunque Asia también ocupó el primer lugar en esta estadística (42,3 por ciento).

Los diez mayores desastres naturales se produjeron en Indonesia, Pakistán, Afganistán, Turquía, Egipto, India, China, India y Ecuador, y el que provocó un mayor número de víctimas fue el terremoto registrado en Indonesia el 12 de diciembre.

En total, este tipo de siniestros provocaron pérdidas económicas valoradas en 54.108 millones de dólares (unos 7,3 billones de pesetas al cambio actual). Alrededor de 3 billones de pesetas correspondieron a daños que estaban asegurados, en la mayoría de los casos rovocados por sucesos meteorológicos violentos.

Aunque el número de víctimas disminuyó en 1992 con respecto a años anteriores, las pérdidas económicas aumentaron, ya que en 1991 se situaron en unos 5,5 billones de pesetas.