El grupo, que residía en una urbanización en Benalmádena (Málaga), contaba con la infraestructura necesaria para la sustracción de vehículos en el Reino Unido, la falsificación de sus placas de matrícula, asícomo la documentación y su traslado posterior a nuestro país a través del paso fronterizo de Dover (Inglaterra)-Calais (Francia).

Una vez realizadas estas operaciones delictivas en su país de origen se trasladaban a España estableciéndose en urbanizaciones turísticas. Aprovechando la temporalidad y la escasa afluencia de vecinos durante determinadas épocas del año, disponían de espacios seguros donde esconder los coches hasta el momento de la venta.

Asimismo, los arrestados se dedicaban al tráfic de hachís, enviando pequeños alijos desde Málaga hasta el Reino Unido.