Las investigaciones comenzaron a raíz de la denuncia formulada por una mujer de nacionalidad rumana, que manifestó haber sido víctima de engaño y explotación por parte de una organización integrada por compatriotas suyos. Explicó que fue captada en su ciudad natal por una mujer, que la ofreció trabajar como limpiadora en Bucarest, lo que aceptó dada su precaria situación económica.

Una vez en la capital rumana, fue vendida a otra mujer proxeneta, ue la introdujo en el mundo de la prostitución. Posteriormente contactó con un individuo rumano afincado en España, que le prometió que, tras costearle el viaje hasta nuestro país, trabajaría para él, aunque desconocía que también sería ejerciendo la prostitución.

Una vez en España, la trasladaron hasta un inmueble situado en el número 296 del Paseo de la Castellana, de Madrid, donde residían otras chicas que también ejercían la prostitución controladas por dicho individuo. Una vez en la vivienda, ést le comunicó que debería ejercer la misma actividad, amenazándola de muerte si no lo hacía y llegando incluso a ponerle una pistola en la cabeza.

Durante el tiempo que convivía con la mujeres, las maltrataba continuamente, golpeándolas una y otra vez y amenazándolas con una espada tipo "katana".

Durante los cuatro meses que permaneció trabajando para la red, lo hizo en dos clubes de alterne diferentes, "Vaji", en Valdemoro, y "Flowers", en Las Matas, a los que era trasladada y recogida por otros ndividuos que trabajan para el principal responsable.

Las mujeres eran cambiadas cada cierto tiempo de los pisos en los que estaban escondidas, por motivos de seguridad y a fin de eludir la presión policial. El grupo disponía de pisos, además de en Madrid, en otras localidades como Carabaña, Tielmes, Campo Real y Loeches, según informó hoy la Dirección General de la Policía.