Los vecinos de la zona habían comunicado a los Bomberos que el local suponía un gran peligro para los inmigrantes, pero la intervención no se produjo hasta después del hundimiento de dos de los escalones de la escalera principal del edificio.

Los inmigrantes, en su mayoría dominicanos y marroquíes, vivían en el edificio sin agua ni luz. Según fuentesmunicipales, los desalojados se distribuían en grupos de 15 a 20 personas en los pisos que todavía eran mínimamente habitables.

Miembros del departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Barcelona han repartido a los 60 desalojados en hoteles de la zona hasta que se habilite un local donde puedan vivir.