El saldo se situó en 766.766 millones de pesetas (frente a 744.047 millones en 1989) como consecuencia de unas importaciones de 1.037.615 millones de pesetas y unas exportaciones de 270.839 millones.

El principal contingente de las importaciones energéticas lo compusieron las compras de crud, con 746.314 millones de pesetas, un 4 por ciento más que en 1989.

La escasa cuantía de la subida se debe a un descenso en las compras y a que el encarecimiento del barril (del 24 por cien) se tradujo en una subida de sólo el 7 por cien en pesetas, debido a la apreciación del dólar.

Las demás importaciones energéticas se reparten de la siguiente manera: 155.198 millones de pesetas por productos petrolíferos refinados, 57.763 millones por la compra de gas, 48.979 millones por hulla, 13.534 millons por breas y betunes, 13.897 millones por lignitos y turbas, y 2.930 millones por energía eléctrica.

LAS EXPORTACIONES

Por lo que se refiere a las exportaciones de productos energéticos, alcanzaron en 1990 los 270.839 millones de pesetas, lo que representó un 4,8 por ciento del valor total de las ventas españolas al exterior.

El 87 por ciento de esa cantidad, 235.220 millones de pesetas, correspondieron a las exportaciones de productos petrolíferos refinados. Los mercados más importantes son, or este orden: los Estados Unidos, los Países Bajos, Francia y Portugal, que en conjunto absorbieron el 48 por cien de las ventas al extranjero.

Estados Unidos es importador neto de productos refinados, ya que su capacidad de refino adolece de un déficit estructural en relación a la demanda interna de estos productos. Las exportaciones a Holanda se dirigen al mercado de Rotterdam, desde donde los productos son redistribuidos.

El importe de las exportaciones de productos energéticos no constituido por productos petrolíferos refinados se distribuyó de la siguiente manera: 19.574 millones por las exportaciones de lignitos y turbas, 9.855 millones por breas, betunes y otros, 3.783 millones por energía eléctrica, 2.200 millones por gas, 155 millones por crudo y 52 a la hulla.

Por otra parte, el crudo descargado en las refinerías españolas durante el año 1990 ascendió a 48,6 millones de toneladas, un 3 por ciento menos que lo descargado el año anterior. La reducción fue particularmente intensa durate el último cuatrimestre del año, en el que alcanzó un 9 por ciento, como consecuencia de la crisis del Golfo.