El informe, presentado hoy en Madrid por Médicos sin Fronteras y el propia Iecah¨, señala que Defensa destinó en 2004 a ayuda humanitaria 0,93 millones de euros, cifra que subió en 2005 los 24,2 millones de euros, un 2.484% más que el año anterior.

Según ese informe, esa suma se gastó esencialmente en intervenciones de "eficacia discutible" (8 millones de euros sólo en el envío del buque Galicia, que llegó 44 días después de la catástrofe) o el terremoto de Pakistán (2 millones de euros, comenzando las tareas de ayuda más de 15 días después).

En este sentido, el coodirector del Ieach, Jesús Núñez, pidió hoy al Gobierno que coordine las actuaciones humanitarias del Ministerio de Defensa con las que realiza la Agencia Española de Cooperación a través de las diversas ONG.

Además, Núñez lamentó que la ayuda humanitaria que presta Defensa esté condicionada políticamente por cuestiones como la religión. Así, comentó que el departamento que dirige José Antonio Alonso prestó menor ayuda a Pakistán, un país con un islamismo más radical, que el de los países asiáticos afectados por el tsunami.

El codirector del Ieach también subrayó la importancia de que el Gobierno coordine la ayuda humanitaria española con la que prestan otros países para poder llegar al mayor número de damnificados por las distintas catástrofes y conflictos y evitar que unos reciban y otros no.

Así, con 157 millones de personas afectadas y 87.000 muertos, 2005 alcanzó cifras récords de damnificados por desastres naturales, el más grave fue el tsunami, que disparó el gasto internacional en ayuda humanitaria a los 13.000 millones de dólares.

Frente a esta catástrofe, la sequía de Somalia apenas rebasó los 90 millones de dólares y contextos de conflictos como Darfur o República Democrática del Congo, "escenarios de las peores crisis humanas del mundo, tampoco atrajeron, ni de lejos, la misma atención que el tsunami", lamenta el informe.

Sobre esta desigualdad, el director general de Médicos sin Fronteras en España, Aitor Zabalgogeazkoa, señaló que "el sistema internacional demuestra continuamente su inoperancia, y la ayuda de emergencia no llega donde y cuando más se necesita".

"Darfur, una crisis en constante escalada cuyos efectos conocemos de sobra -desplazamiento masivo, violencia sistemática contra la población civil y las organizaciones de ayuda, contagio del conflicto a lso vecino Chad y República Centroafricana- es sólo uno de los ejemplos más dramáticos de este fracaso", concluyó Zabalgogeazkoa.