El párroco, que adquirió en 1992 una estación de servicio en San Cristóbal de Entreviñas, reconoció en la vista oral del juicio por este caso, celebrada hoy en Zamora, que desde que emple en la gasolinera a su cuñado y a su sobrino ninguno de los dos cobró remuneración alguna, lo cual no es razón, a su juicio, para que se lleven el dinero.

La abogada del denunciante pide para el acusado cuatro meses de arresto mayor y el reintegro de las 330.000 pesetas que supuestamente sustrajo de la caja.

El sobrino del cura afirmó que cuando el cura regresó de Alemania en la Semana Santa de 1993 para inspeccionar las cuentas, él le comunicó que dejaba el empleo, ya que no había cobrado.

l párroco comprobó los partes de la recaudación para liquidar las deudas con sus dos familiares, pero, al echar en falta dinero, decidió llevar el asunto a los tribunales.

El representante del ministerio fiscal afirmó en el juicio que no puede acusar al sobrino del sacerdote de otra cosa que de haberse quedado con el mono de trabajo.