Si un hecho resume lo que ha sido en 1994 la movilización en España por los derechos humanos, éste es el de las acciones surgidas en favor del 0,7 por ciento del PIB para el Tercer Mundo. Y un país, Ruanda, del que tras meses de información muchos españoles no sabrían describir dónde está, es la cabeza más visible de la ayuda española a los derechos básicos de los países subdesarrollados.

Este fervor por la ayua humanitaria no es casual. El conflicto a Ruanda surgió hace dos años, pero la solidaridad española ha permanecido dormida prácticamente hasta que se inició 1994. Sólo tímidas campañas alertaban del horror de las matanzas étnicas en los países del centro de Africa.

La guerra civil ruandesa entró sin duda en nuestras casas a principios de abril, con la llamada desesperada desde el corazón africano de las misioneras de la Congregación de Jesús, María y José, desde la localidad de Kibuye, y la religiosaPilar Díez Espelosín se convirtió en cronista improvisada de una limpieza étnica que se estaba realizando con la fuerza de los machetes.

En esos días buscábamos dónde estaban Ruanda y Burundi, quiénes eran los hutus y los tutsis. Las ONGs con posibilidades de actuación abrieron cuentas bancarias para recoger las ayudas, surgieron los maratones populares, las corridas de toros y los estrenos benéficos de cine y teatro por Ruanda, las peticiones sindicales para que los trabajadores mostraran su solidariad, hasta las carreras de trineos por Ruanda.

Sin embargo, casi nadie sabe que en Africa trabajan 1.300 misioneros españoles, de los que sólo 80 (los que hacen su labor en Ruanda y Burundi) se han llevado en Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por su acción desinteresada. En Mozambique, Somalia, Angola y Lesotho, entre muchos otros países, existen enfrentamientos tribales de los que apenas llegan noticias a Europa.

Se estima que en esta década unos 800 millones de personas, l 20 por ciento de la población mundial, deberán afrontar el reto de la desnutrición, cifra que en el año 2000 se incrementará en mil millones de bocas y cuatro mil más en el año 2030.

ACAMPAR PARA SABER

Quizás la llamada de atención del Tercer Mundo ha encontrado en 1994 medios realistas y eficaces para movilizar el corazón de los españoles por dramas a menudo demasiado lejanos cultural y geográficamente. Sólo el conflicto de Bosnia-Herzegovina había logrado sensibilizar de forma relevante a una cidadanía preocupada desde hace dos años por la crisis económica y la corrupción.

Una tienda de la Plataforma 0,7 frente a la sede del Ministerio de Economía quiso "hurgar" en la herida y hacer huella en el olvido de las intituciones y de los ciudadanos hacia los países en vías de desarrollo.

Esa tienda, que se plantó en septiembre, se multiplicó por más de medio millar en dos meses y numerosas personas, especialmente jóvenes, querían saber cómo ayudar, y querían conocer también a quién ayudaban. Las acampadas por el 0,7 se convirtieron en un fenómeno social: capaces de albergar a 'yuppies' y a 'hippies', a personas con ideologías opuestas y vidas diferentes. Por primera vez en muchos años se había aunado a gentes diversas por razones diferentes al paro y la subida de las tasas académicas.

Los miembros de la coordinadora, que plantó tiendas como hongos en toda España, vieron una posibilidad de oro para presionar a las altas instancias, a los partidos, a toda aquella institución que pudiera portar no sólo dinero sino medidas de solidaridad continuadas.

Tras varios meses de movilización, la recaudación solidaria ha sido aceptable, según ha manifestado el coordinador de la Plataforma 0,7, Pablo Osés, tras el levantamiento temporal de la acampada frente al Ministerio de Economía, en el Paseo de la Castellana de Madrid. Más de veinte organismos públicos y privados han decidido ceder el 0,7 por ciento de sus presupuestos a la ayuda al desarrollo.

SER SOLIDARIO EN CASA

Esa es la ayuda a extranjero en su tierra, aunque puertas a dentro los españoles hemos seguido en los mismos niveles de racismo y alejamiento hacia el foráneo de años anteriores, y 1994 no ha resultado mejor que otros para los inmigrantes en España.

Respecto a la inmigración, el Ministerio de Justicia e Interior tuvo que rectificar a finales de agosto el borrador del reglamento de la ley de Asilo tras las críticas de inconstitucionalidad por el Consejo de Estado y la oficina del Defensor del Pueblo. La falta de legislción adecuada provocó situaciones tercermundistas en la asistencia que recibieron algunos refugiados de Bosnia.

Con las cifras en la mano, nuestro país presenta hoy una de las tasas más bajas de la Unión Europea de residentes extranjeros, según el Anuario Estadístico de Extranjería, realizado por los departamentos de Asuntos Sociales, Interior y Trabajo. Se estima en 400.000 los ciudadanos extranjeros en España y de ellos la mitad son ciudadanos de la Unión Europea.

Un hecho de los que se produce a decenas en España cada año, pero que no trascienden, ocurrido el 10 de septiembre, continúa recordando la falta de cultura solidaria interior que a veces se desata en la sociedad española: los socios de un club náutico de Málaga pidieron que se vaciara una piscina donde se bañaron dos niños negros invitados junto a otros menores de un colegio de huérfanos.