La Convención Internacional contra el Comercio de Especies Protegidas fue uno de los primeros acuerdos medioambientales a nivel mundial. Su texto fue firmado en 1973 y entró en vigor en 1975, aunque algunos países se incorporaron más tarde.

Actualmente, la convención prohibe el comercio de unas 850 especies y controla el negocio de otras 25.000. La mayoría de estas especies son vegetales y sólo 4.000 animales. El comercio legal permitido y regulado por la convención mueve un capital de 2.900 billones de pesetas. Este control persigue evitar que el comercio de estas especies se dispare por encima de los niveles seguros para su propia supervivencia.

Los beneficios del tráfico ilegal de especies salvajes se estiman en 720 billones de pesetas anuales, la tercera actividad criminal en importancia, por detrás del tráfico de drogas y de armas.

Algunas de las especies con las que está pohibido comerciar son los tigres, pandas gigantes, la mayoría de elefantes y rinocerontes, los gatos moteados y los grandes monos. Otras especies menos conocidas son los lémures, algunos papagayos y cocodrilos.

La Convención ha jugado un papel importante en la salvación del elefante africano. También está promoviendo la toma de conciencia internacional respecto a otras especies. En los próximos años centrará sus actividades en la protección del tigre y el rinoceronte, animales amenazados en algunas reiones el mundo.

La Convención revisa constantemente la lista de especies protegidas. En 1997, tomó una arriesgada y polémica decisión: permitir pequeñas exportaciones de marfil y otros productos de elefante, alterando la prohibición absoluta de este comercio establecida en 1989.