Concretamente, este consejo, compuesto por asociaciones, instituciones y grupos de profesores, padres y alumnos, denuncia el elevado fracaso escolar, la disinución de la calidad educativa, la falta de motivación de los alumnos y el desconcierto y desencanto de amplias capas del profesorado.

Esta institución sólo ha valorado como positivo de la enseñanza la generalización de la educación sobre todo en las etapas no obligatorias, la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años y ciertas innovaciones en el proceso enseñanza-aprendizaje.

Ante esta situación, el Consejo General de la Educación Católica considera de importancia, junto con la rnovación y cualificación del propio sistema educativo, el apoyo de la familia a la escuela.

A juicio de este órgano, "en no pocas familias se ha originado la convicción de su incapacidad o impotencia para educar adecuadamente a sus hijos y dotarles de aquellos principios, valores y actitudes con los que preparse ante la vida".

Además, estos representantes de la educación católica abogan por promover y facilitar a los alumnos valores como el de la verdad: "la verdad acerca de Dios y del hombre". En este contexto, la enseñanza religiosa escolar aborda las cuestiones límites de los orígenes y de los fines de la vida; crea un universo de sentido; funda, potencia, desarrolla y completa la acción educadora de la escuela", concluye el estudio.