A las siete de la tarde, se había superado la cifra de visitantes del pasado año, situada en 20.000 personas, y la ila de ciudadanos que esperaban para entrar en la Cámara Baja se prolongaba varias decenas de metros, hasta el Paseo del Prado, a pesar del frio reinante.

El interés despertado entre los ciudadanos por esta oportunidad de visitar el hemiciclo decidió al presidente del Congreso a prolongar el horario de visita, para no dejar a nadie fuera.

La jornada está resultado agotadora para los servicios de seguridad del Congreso y para los ujieres, encargados de velar por la buena organización del evento. Agunos de ellos reclamaban jocosamente "dos días de puertas cerradas" para recuperarse de la extenuadora jornada de trabajo del día de hoy, que podría superar las doce horas.