La declaración, leída por la secretaria primera del Congreso, María Jesús Sáenz, insta a Naciones Unidas, a los estados, a las organizaciones internacionales y regionales, a todos los sectores de la sociedad civil y a las mujeres y hombres a comprometerse a intensificar sus contribuciones en este objetivo.

La base de esta declaración es la aprobada por Naciones Unidas en el décimo aniversario de la cuarta conferencia sobre la mujer celebrada en Beijing en 1995, y cuyo contenido fue reafirmado por el Congreso de los Diputados.

El Congreso reconoce los progresos hechos hasta ahora para lograr la igualdad entre los sexos, pero destaca también "los desafíos y obstáculos" que aún se oponen a la aplicación de esa declaración de Beijing.

Insisten en que la aplicación plena y eficaz de esa declaración es "esencial" para conseguir los objetivos de igualdad fijados internacionalmente, y que pasan por la promoción del desarrollo personal y profesional de la mujer.