La intervención de Camacho no estaba prevista en el orden del día, pero la decisión de darle la palabra vino forzada por los gritos y reclamaciones del sector crítico, así como por laintervención de su propia esposa, ante la negativa inicial del presidente de la mesa a que tomara la palabra.

La esposa de Camacho, de improviso, se subió al estrado donde está colocada la mesa del Congreso y se fundió con su marido en un abrazo. Los críticos aplaudieron la escena, mientras la esposa de Camacho se retiraba con el puño derecho en alto.

Finalmente, el presidente de la mesa decidió darle la palabra "como excepción". Camacho acusó a Gutiérrez de sacar fuera de contexto sus palabras pdiendo la unidad en 1981, ya que "la situación entonces era totalmente diferente", tras el golpe de Estado.

Camacho aprovechó para citar todos los problemas que, a su juicio, tiene España y que su sindicato no ha afrontado con la suficiente contundencia: paro, inflación, corrupción (Filesa), reducción de salarios, arranque de olivos y viñedos, y la convergencia europea dictada por Maastricht. "Hemos pasado del Estado del semi-bienestar al Estado de Emergencia", aseguró.

También criticó la gestiónde la última huelga general, y aseguró que se debió avanzar hacia un clima de presión sostenida, igual que hicieron los sindicatos italianos, que en su opinión consiguieron así derrocar al Gobierno de Berlusconi.

Sobre la situación de enfrentamiento en el sindicato y su continuidad como presidente, aseguró: "Yo he vivido en los últimos años de mi jubilación, tengo todas las condecoraciones del país, y ahora se me sataniza y se prepara contra mí un voto de castigo, que es una vergüenza".

También clificó así el intento de restarle competencias como presidente del sindicato. Camacho concluyó haciendo un llamamiento a la unidad, aunque advirtió que "la unidad se basa en los principios".