Para la realización del estudio, periodistas de esa publicación acudieron a 45 concesionarios de todo el país para consultar precios de vehículos, y filmaron estas transacciones con cámara oculta.

En un caso, el vendedor de uno estos establecimientos llegó a pedir, por el mismo automóvil, 2.632 euros más a una de las reporteras de la revista que a uno de sus compañeros.

Aunque el trato por parte de los vendedores era correcto con los clientes de ambos sexos, las mujeres recibían en todos los casos peores ofertas, menos información sobre las formas de financiación y más presión para comprar en el momento.

Según la investigación, las "supuestas compradoras" sólo obtuvieron descuentos en un 40% los casos, mientras que los varones los consiguieron en el 86%. En el caso de las parejas, algo más de la mitad lograban alguna rebaja, a pesar de que siempre eran las féminas las que negociaban los precios.

Los autores de la investigación concluyen que el famoso sexismo de la industria del automóvil británica sigue existiendo, algo que viene siendo objeto de parodia por parte del programa de televisión de la BBC "Fast Show".