Según consta en la sentencia, los magistrados consideran probado que los ahora condenados formaban parte del "comando Buruntza" de ETA, cuya actuación se centraba en Guipúzcoa.

Macazaga, Echezarreta y Carrasco planearon la colocación de un coche-bomba en las inmediaciones de un establecimiento del Banco Guipuzcoano en el barrio de Igarra, en San Sebastián, "con la finalidad de que, al explosionar, produjera destrozos en dicha sucursal, que se hallaba situada en zona edificada con vivendas".

Así, Javier Macazaga, junto con otro individuo, preparó un artefacto compuesto de 40 kilos de dinamita-goma 2 y que fue cargado el 21 de junio de 2001 en un Renault Clio blanco, que había sido robado y al que habían cambiado las placas de matrícula.

Tras colocar el coche-bomba en el lugar escogido, preparado para estallar a las 8 de la mañana, Ibon Echezarreta comunicó por teléfono la inminencia de la explosión.

Las fuerzas policiales no tuvieron tiempo para llevar a cabo la desactivación del explosivo, cuya deflagración provocó daños materiales por valor de 666.581,70 euros.

Para los magistrados de la Audiencia Nacional, los hechos descritos son constitutivos de un delito de estragos terroristas.