Se reconoce que la actividad de praxis médica que tenía encomendada, por parte del ginecólogo R.M.S. que asistió al parto de la paciente, el día siete julio de 2006, en una clínica privada de Barcelona, no fue la adecuada, según informa hoy la Asociación El Defensor del Paciente.

Además, en la cesárea que se practicó quedaron restos placentarios en el útero que provocaron una fuerte infección (endometritis) y deshiscencia en la sutura de la cesárea.

Por esta razón, según el relato de la Asociación, la paciente tuvo que ingresar en otro hospital al día siguiente del alta médica y ser reintervenida con posterioridad para drenar la infección abdominal que se había producido como consecuencia de la infección inicial.

Por ello padeció secuelas tales como una cicatriz abdominal por la laparatomía practicada para limpiar el proceso infeccioso y limitaciones para la procreación.