La sentencia considera probado que el 9 de noviembre de 1991 el condenado se acercó a su víctima, de 35 años, cuando salía de un pub de la capital murciana y que tramó un plan para mantener relaciones sexuales con ella.

El condenado consiguió convencerla para que le acompañara a una discoteca y posteriormente a su casa, con el pretexto de ir a recoger unos medicamentos, y una vez en la vivienda le pidió que bailaran, a lo que la mujer se negó, lo que dio lugar a un forcejeo.

Para evitar el escándalo, el facultativo bajó con ella al coche y la llevó a un lugar apartado de la pedanía de Churra, donde la obligó a hacerle una felación.

La sentencia añade que "como no lograba satisfacer plenamente su propósito lascivo, ya que al parecer se hacía daño, se colocó un preservativo y penetró a la mujer vaginalmente, y luego analmente, aprovechando que ella se encontraba en estado de semiinconsciencia".